Segunda parte: ¿Los muertos
estornudan?
Octubre del 2023.
Murió el SupGaleano. Murió como vivió: infeliz.
Eso sí, tuvo cuidado de, antes de fallecer, regresar el
nombre a quien es carne y sangre heredada del maestro Galeano. Recomendó
mantenerlo con vida, es decir, luchando. Así que Galeano seguirá caminando en
estas montañas.
Por lo demás, fue algo sencillo. Empezó a tararear algo como
“ya sé que estoy piantao, piantao, piantao”,
y, justo antes de expirar, dijo, o más bien preguntó: “¿Los muertos
estornudan?”, y ya. Ésas fueron sus últimas palabras. Ninguna sentencia
para la historia, ni para una lápida, ni para una anécdota contada frente al
fogón. Sólo esa pregunta absurda, anacrónica, extemporánea: “¿Los muertos
estornudan?”
Quedó luego quieto, suspendida la respiración cansada, los
ojos cerrados, los labios al fin silenciados, las manos crispadas.
Nos fuimos. Casi al salir de la champa, ya en el quicio de la
puerta, escuchamos un estornudo. El SubMoy me volteó a ver y yo a él, con un “salud”
apenas insinuado. Ninguno de los dos había estornudado. Volteamos a donde
estaba el cuerpo del finado y nada. El SubMoy sólo dijo “buena pregunta”.
Yo no dije ni una palabra, pero pensé “seguro ha de andar con la luna rodando
por Callao”.
Eso sí, nos ahorramos el entierro. Aunque perdimos el café y
los tamales.
-*-
Yo sé que a nadie le interesa una muerte más, y menos la del
ahora finado SupGaleano. En realidad, les cuento esto porque él dejó ese poema
de Rubén Darío con el que inició esta serie de textos. Obviando el evidente
guiño a la Nicaragua que resiste y persiste – incluso podría verse como una
referencia a la actual guerra del Estado de Israel contra el pueblo de
Palestina, pero, en el momento de su muerte, no se había reiniciado el terror
que hoy sobrecoge al mundo-, dejó esa poesía como referencia. Más bien como
respuesta a alguien que preguntó cómo explicar lo que ahora pasa en Chiapas,
México y el mundo.
Y, claro, como un discreto homenaje al maestro Galeano -de
quien heredó el nombre-, dejó lo que él llamó un “control de lectura”:
¿Quién empezó? ¿Quién es culpable? ¿Quién es inocente? ¿Quién
el bueno y quién el malo? ¿En qué posición está Francisco de Asís? ¿Fracasa él,
o el lobo, o los pastores, o todos? ¿Por qué el de Asís sólo concibe que se
haga un acuerdo basándose en que el lobo renuncie a ser lo que es?
Aunque esto fue hace meses, el texto concitó alegatos y
discusiones que se mantienen hasta la actualidad. Así que les describo una de
ellas:
Es como una especie de reunión o asamblea o algo como mesa de
debates. Está lo mejor de cada casa: doctos especialistas en todo, militantes e
internacionalistas de todas las causas menos de la de su geografía, espontáneos
con doctorado en redes sociales (la mayoría), y uno que otro que, al ver la
bulla, se acercó a ver si regalaban cubetas, gorras o playeras con el nombre
del partido que fuere. No eran pocos los que se acercaron para aclararse de qué
iba todo ese embrollo.
– “¡Usted no es mas que un agente del sionismo expansionista
e imperial!”-, gritaba uno.
– “¡Y usted es sólo un propagandista del terrorismo árabe
musulmán fundamentalista!” -, respondía otro, furioso.
Ya había habido varios conatos de bronca, pero no había
pasado, todavía, de unos empujones modelo “nos vemos a la salida”.
Se llegó a ese punto, porque estuvieron analizando el poema
de Rubén Darío “Los Motivos del Lobo”.
No todo había sido un intercambio de adjetivos, puyas y malas
caras. Empezó como todo en esos lares: con buenos modales, frases contundentes,
“intervenciones breves” – que solían durar media hora o más -, y derroche de
citas y notas de pie de página.
Puro varón, claro, porque el debate era organizado por el
llamado “Club de Toby Hipertextual”
“El Lobo es el bueno”, dijo alguien, “porque él sólo mataba
por hambre, por necesidad”.
“No”, argumentó otro, “es el malo porque mataba ovejas, que
eran el sustento de los pastores. Y él mismo reconoció que “en veces comió
cordero y pastor”.
Uno más: “los malos son los pobladores, porque no mantuvieron
el acuerdo”.
El de más allá: “la culpa es de Asís, que consigue el acuerdo
pidiéndole al lobo que deje de ser lobo, lo que es cuestionable, y luego no se
queda para mantener el pacto”.
Más acá: “Pero Asís señala que el ser humano es malo por
naturaleza”.
Se reiteran en uno y otro lado. Pero se ve que, si se hiciera
una encuesta en este momento, el lobo tendría una cómoda ventaja de dos dígitos
sobre el poblado de pastores. Pero una hábil maniobra en redes sociales,
consiguió que el hashtag “loboasesino” fuera TT muy por encima de #mueranlospastores.
Así que fue claro el triunfo de los influencers pro pastores
frente a los pro lobo, aunque sólo en las redes sociales.
Hubo alguno que argumentó en favor de dos Estados conviviendo
en el mismo territorio: el Estado Lobo y el Estado Pastor.
Y otro por un Estado Plurinacional, con lobos y pastores,
conviviendo bajo un mismo opresor, perdón, quise decir bajo un mismo Estado.
Otro le respondió que eso era imposible, dados los antecedentes de cada parte.
Un señor de traje y corbata se levanta y pide la palabra: “Si
Rubén (así dijo obviando el Darío), siguió a partir de la leyenda de Gubbio,
entonces podemos hacer lo mismo. Demos continuación al poema:
Los pastores, haciendo uso de su legítimo derecho a
defenderse, atacan al lobo. Primero destruyendo su madriguera con bombardeos,
para luego entrar con tanques e infantería. Me parece, colegas, que el final
está cantado: la violencia terrorista y animal del lobo es aniquilada y los
pastores pueden seguir su bucólica vida, trasquilando ovejas para una poderosa
firma transnacional que elabora ropa para otra igualmente poderosa firma
multinacional que, a su vez, le debe a una institución financiera internacional
todavía más poderosa; lo que llevará a los pastores a convertirse en eficientes
obreros de sus propias tierras -eso sí, con todas las prestaciones laborales de
ley-, y elevará ese poblado a niveles del primer mundo, con modernas
autopistas, altos edificios y hasta un tren turístico donde visitantes de todo
el mundo podrán apreciar las ruinas de lo que antes fueron prados, bosques y
manantiales. El aniquilamiento del lobo traerá paz y prosperidad a la región.
Claro, morirán algunos animales, no importa el número ni la especie, pero sólo
son daños colaterales perfectamente olvidables. Después de todo, no se le puede
pedir a las bombas que distingan entre un lobo y una oveja, ni que limite su
onda expansiva para no dañar aves y árboles. Se conquistará la paz y nadie
extrañará al lobo.”
Alguien más se levanta y señala: “Pero el lobo tiene apoyo
internacional y habitaba ese lugar con antelación. El sistema cortó árboles
para los campos de pastura, y eso alteró el equilibrio ecológico, reduciendo el
número y especie de los animales que el lobo consumía para vivir. Y es de
esperar que los descendientes del lobo tomarán justa venganza”.
“Ah, entonces el lobo también mataba a otros seres. Es igual
que los pastores”, replica alguien.
Así siguieron, dando tan buenos argumentos como los que aquí
se señalan, plagados de ingenio, derroches de erudición y muchas referencias
bibliográficas.
Pero la mesura no duró mucho: se pasó de lobo y pastores a la
guerra Netanyahu – Hamás y la discusión fue subiendo de tono hasta llegar a lo
que encabeza esta anécdota, cortesía postmortem del ahora finado SupGaleano.
Pero en ese momento, al final de la sala, se levantó una mano
pequeña pidiendo la palabra. El moderador no alcanzaba a ver de quién era la
mano, así que concedió la palabra “a la persona que está levantando la mano
allá al fondo”.
Todos voltearon a mirar y estuvieron a punto de dar un grito
de escándalo y reprobación. Era una niña que cargaba un oso de peluche que casi
le igualaba en tamaño, y portaba blusa blanca con bordados y un pantalón con un
gatito cerca del tobillo derecho. En fin, el clásico “outfit” para una fiesta
de cumpleaños o algo así.
La sorpresa fue tal que todos guardaron silencio y mantenían
las miradas en la niña.
Ella se puso de pie sobre la silla, pensando que así la
escucharían mejor y preguntó:
“¿Y las crías?”
La sorpresa se hizo entonces murmullo condenatorio: “¿cuáles
crías? ¿de qué habla esta niña? ¿Quién diablos dejó entrar a una mujer a este
sagrado recinto? Y peor, ¡es una mujer niña!”
La niña se bajó de la silla y, siempre cargando su osito de
peluche con claros signos de obesidad -el oso, se entiende-, se dirigió a la
puerta de salida diciendo:
“Las crías. O sea, las crías del lobo y las crías de los
pastores. Sus pichitos, pues. ¿Quién piensa en las crías? ¿Con
quién voy a platicar? ¿Y dónde vamos a jugar?”
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
México, octubre del 2023.
P.D.- Libertad incondicional para Manuel Gómez Vázquez
(tomado como rehén desde 2020 por el gobierno estatal de Chiapas) y José Díaz
Gómez (rehén desde el año pasado), indígenas bases de apoyo zapatistas presos
por eso, por ser zapatistas. Ya luego no pregunten quién sembró lo que
cosechen.
P.D.- Huracán OTIS: Centro de acopio para los pueblos
originarios en el estado de Guerrero:en el domicilio de la Casa de los
Pueblos “Samir Flores Soberanes”, ubicado en Av. México-Coyoacán 343,
colonia Xoco, Alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México, C.P. 03330. Depósitos y
transferencias bancarias en apoyo a estos pueblos y comunidades en la cuenta
Número 0113643034, CLABE 012540001136430347, código SWIFT BCMRMXMMPYM, del
banco BBVA México, sucursal 1769. A nombre de: “Ciencia Social al Servicio de
los Pueblos Originarios”. Teléfono: 5526907936.
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