MÉXICO.
Octubre del 2023.
Hace casi 15 años, en nuestra palabra se advirtió la pesadilla. Fue en un
semillero y fue por la voz del finado SupMarcos que hablamos. Va:
De siembras y cosechas
(enero de 2009)
Tal
vez lo que voy a decir no venga al caso de lo que es el tema central de esta
mesa, o tal vez sí.
Hace dos días, el mismo en el que nuestra palabra se refirió a la violencia, la
inefable Condoleezza Rice, funcionaria del gobierno norteamericano, declaró que
lo que estaba pasando en Gaza era culpa de los palestinos, por su naturaleza
violenta.
Los ríos subterráneos que recorren el mundo pueden cambiar de geografía, pero
entonan el mismo canto.
Y el que ahora escuchamos es de guerra y de pena.
No muy lejos de aquí, en un lugar llamado Gaza, en Palestina, en Medio Oriente,
aquí al lado, un ejército fuertemente armado y entrenado, el del gobierno de
Israel, continúa su avance de muerte y destrucción.
Los pasos que ha seguido son, hasta ahora, los de una guerra militar clásica de
conquista: primero un bombardeo intenso y masivo para destruir puntos militares
“neurálgicos” (así les dicen los manuales militares) y para “ablandar” las
fortificaciones de resistencia; después el férreo control sobre la información:
todo lo que se escuche y vea “en el mundo exterior”, es decir, externo al
teatro de operaciones, debe ser seleccionado con criterios militares; ahora
fuego intenso de artillería sobre la infantería enemiga para proteger el avance
de las tropas a nuevas posiciones; después será el cerco y sitio para debilitar
a la guarnición enemiga; después el asalto que conquiste la posición
aniquilando al enemigo, después la “limpieza” de los probables “nidos de
resistencia”.
El manual militar de guerra moderna, con algunas variaciones y agregados, está
siendo seguido paso a paso por las fuerzas militares invasoras.
Nosotros no sabemos mucho de esto y, es seguro, hay especialistas sobre el
llamado “conflicto en Medio Oriente”, pero desde este rincón algo tenemos que
decir:
Según las fotos de las agencias noticiosas, los puntos “neurálgicos” destruidos
por la aviación del gobierno de Israel son casas habitación, chozas, edificios
civiles.
No
hemos visto ningún bunker, ni cuartel o aeropuerto militar, o batería de
cañones, entre lo destruido. Entonces nosotros, disculpen nuestra ignorancia,
pensamos que o los artilleros de los aviones tienen mala puntería o en Gaza no
existen tales puntos militares “neurálgicos”.
No tenemos el honor de conocer Palestina, pero nosotros suponemos que en esas
casas, chozas y edificios habitaba gente, hombres, mujeres, niños y ancianos, y
no soldados.
Tampoco
hemos visto fortificaciones de resistencia, sólo escombros.
Hemos visto, sí, el hasta ahora vano esfuerzo de cerco informativo y a los
distintos gobiernos del mundo dudando entre hacerse patos o aplaudir la
invasión, y una ONU, ya inútil desde hace tiempo, sacando tibios boletines de
prensa.
Pero esperen. Se nos ha ocurrido ahora que tal vez para el gobierno de
Israel esos hombres, mujeres, niños y ancianos son soldados enemigos y, como
tales, las chozas, casas y edificios donde habitan son cuarteles que hay que
destruir.
Entonces seguramente los fuegos de artillería que esta madrugada caían sobre
Gaza eran para proteger de esos hombres, mujeres, niños y ancianos, el avance
de la infantería del ejército de Israel.
Y la guarnición enemiga a la que quieren debilitar con el cerco y sitio que se
está tendiendo en torno a Gaza no es otra cosa que la población palestina que
ahí vive. Y que el asalto buscará aniquilar a esa población. Y que cualquier
hombre, mujer, niño o anciano que logre escapar, escondiéndose, del asalto
previsiblemente sangriento, será luego “cazado” para que la limpieza se
complete y el jefe militar al mando de la operación pueda reportar a sus
superiores “hemos completado la misión”.
Disculpen de nuevo nuestra ignorancia, tal vez lo que estamos diciendo no
venga, en efecto, al caso, o cosa, según. Y que en lugar de estar repudiando y
condenando el crimen en curso, como indígenas y como guerreros que somos,
deberíamos estar discutiendo y tomando posición en la discusión sobre si
“sionismo” o “antisemitismo”, o que en el principio fueron las bombas de Hamás.
Tal vez nuestro pensamiento es muy sencillo, y nos faltan los matices y
acotaciones tan necesarios siempre en los análisis, pero, para nosotras,
nosotros, zapatistas, en Gaza hay un ejército profesional asesinando a una
población indefensa.
¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado?
-*-
¿Sirve
decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la
vida de algún niño palestino?
Nosotros pensamos que sí sirve, que tal vez no detengamos una bomba ni nuestra
palabra se convierta en un escudo blindado que evite que esa bala calibre 5.56
mm o 9 mm, con las letras “IMI” (“Industria Militar Israelí”) grabadas en la
base del cartucho, llegue al pecho de una niña o un niño, porque tal vez
nuestra palabra logre unirse a otras en México y el mundo y tal vez primero se
convierta en murmullo, luego en voz alta, y después en un grito que escuchen en
Gaza.
No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo
importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas
palabras de aliento.
No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal
vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en
la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.
Por lo demás, pasará lo que de por sí va a pasar. El gobierno de Israel
declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo
la magnitud de la masacre, los grandes productores de armamento habrán obtenido
un respiro económico para afrontar la crisis y “la opinión pública mundial”,
ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado.
Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo Palestino va a resistir y a
sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su
causa.
Y, tal vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y,
con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o
milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente
combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose
con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura.
Y entonces, allá arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los
palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a
discutir si sionismo o antisemitismo.
Y
entonces nadie preguntará quién sembró lo que se cosecha.
Por
los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
Subcomandante
Insurgente Marcos.
México,
4 de enero del 2009.
-*-
Quienes eran menores de edad entonces, hace casi 15 años, y sobrevivieron,
pues…
Hay quienes fueron responsables de sembrar lo que hoy se cosecha, y hay quien,
impune, repite la siembra.
Quienes apenas hace unos meses justificaron y defendieron la
invasión de la Rusia de Putin a Ucrania, aduciendo su “derecho a defenderse de
una amenaza potencial”, ahora deben estar haciendo malabares (o apostando al
olvido) para invalidar ese argumento frente a Israel. Y viceversa.
Hoy hay, en Palestina e Israel -y en todo el mundo-, niños y jóvenes aprendiendo
eso que enseñan los terrorismos: que no hay límites, ni reglas, ni leyes, ni
vergüenzas.
Ni responsabilidades.
-*-
Ni Hamás ni Netanyahu. El pueblo de Israel pervivirá. El pueblo de
Palestina pervivirá. Sólo necesitan darse una oportunidad y empeñarse en
ella.
Mientras tanto, cada guerra seguirá siendo sólo el preludio de la siguiente,
más feroz, más destructiva, más inhumana.
Desde las
montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante
Insurgente Moisés.
México, octubre del 2023.
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