L@S CONDISCÍPUL@S IV.
NO
ESTARÁN NUESTROS MAESTROS.
Junio del 2013.
A l@s adherentes a la
Sexta en México y el Mundo:
A l@s estudiantes de la Escuelita Zapatista:
Compañeros,
compañeroas, compañeras:
Pues sí, en verdad creo
que tendrán como compañer@s de escuela a algo de lo mejor de este mundo.
Pero seguramente usted,
ya que esté en estas tierras en resistencia, echará de menos la presencia de
quienes han sido, y son, muy importantes para nosotros los zapatistas, las
zapatistas. Quienes nos han acompañado siempre y nos han guiado y
enseñado con su ejemplo. Quienes, como muchas otras y otros en todos los
rincones del mundo, no son del EZLN. Algunos son de la Sexta, otros del
Congreso Nacional Indígena, muchos más han construido sus propias casas y, sin
embargo, andan el mismo camino que nosotros. Todos ellos de una u otra
forma son copartícipes de nuestros logros, por grandes o modestos que sean.
De nuestros errores y
fracasos, que no son pocos ni pequeños, sólo somos responsables nosotros.
Porque tal vez usted se
pregunte quién o cómo nos enseñó a resistir, a luchar, a perseverar.
Y, sobre todo, se
pregunte por qué no están, sentados a su lado y como unos estudiantes
más, los pueblos originarios de México y del Mundo, particularmente de
Latinoamérica.
La respuesta es
sencilla: porque ellos han sido, y son, nuestros maestros.
Así que no estarán los
más primeros, aquellos sobre cuya sangre y dolor se levantó el mundo moderno:
los pueblos originarios.
No serán sus
condiscípulos los pueblos indígenas ni sus organizaciones más representativas.
No los invitamos a la
escuelita.
Tal vez usted se esté
preguntando si enloquecimos, o si es una sucia maniobra, tipo políticos de
arriba, para suplantar a los pueblos indios y presentarnos a nosotros mismos
como EL pueblo indígena por excelencia.
Pero no, no los
invitamos simple y sencillamente porque no tenemos nada que enseñarles.
¿Podríamos enseñarles a
los pueblos indios lo que significa ser tratado como extraño en las tierras que
fueron nuestras, aún antes de que el mundo empezara la mañosa cuenta de la
historia de arriba, y en nuestro cielo se impusieran banderas extranjeras?
¿Les enseñaríamos lo
que se siente ser objeto de burla por la indumentaria, por la lengua, por la
cultura?
¿Les enseñaríamos lo
que significa ser explotados, despojados, reprimidos, despreciados durante
siglos enteros?
¿Qué podríamos
enseñarle nosotros a los hermanos de la Tribu Yaqui y al Mayo Yoreme sobre lo
que representa el robo de los recursos naturales y la necesaria resistencia
frente a ese despojo?
¿Qué al Kumiai, al
Cucapá, al Kikapú, al Pame, sobre lo que es verse perseguido casi hasta el
exterminio y, como quiera, persistir?
¿Qué al Nahua,
invadidas sus tierras por mineras y funcionarios corruptos y, sin importar la
persecución y la muerte, continuar la lucha para sacar a los invasores de la
bandera del dinero?
¿Qué al Mazahua y al
Ñahñu sobre lo que se siente al ser burlado por la vestimenta, el color, el
modo de hablar, y, en lugar de avergonzarse, pintar el viento de sonidos y
colores?
¿Qué les enseñaríamos a
los Wixaritari sobre la destrucción y el despojo de la cultura con la coartada
del “progreso”, y, resistir, con la guía de los mayores?
¿Les enseñaríamos al
Coca, al Me´hpaa, al Teneke a no rendirse?
¿Al Amuzgo a
luchar por sus derechos?
¿A los Mayas les
enseñaríamos sobre lo que es la imposición, por la fuerza, el robo y la
criminalización, de una cultura extraña subyugando a la original?
¿Al Purépecha le
hablaríamos sobre el valor de vida de la cultura indígena?
¿Al Popoluca, Zapoteco,
Mixteco, Cuicateco, Chinanteco, Chatino sobre lo que representa seguir luchando
aunque todo vaya en contra?
¿Al Rarámuri sobre el
hambre mal callada y la dignidad imbatible?
Y en la dolorosa
Latinoamérica:
¿Le podríamos enseñar
algo a uno de nuestros hermanos mayores, el pueblo Mapuche, de lo que es
resistir a la continua guerra de despojo y exterminio? ¿A sobrevivir a
una larga lista de mentiras, agravios y burlas, pintadas de todos los colores
políticos de arriba?
Y a cualquiera de los
pueblos originarios de México, de América, del Mundo, ¿qué podríamos enseñarles
nosotras las zapatistas, los zapatistas, los más pequeños?
¿Qué van a aprender de
nosotras, nosotros?
¿A resistir?
Su sola existencia ya
demuestra que pueden dar cátedras en la gran escuela del Mundo, no recibirlas.
No, no invitamos a los
pueblos originarios a la escuelita por la sencilla razón de que, en nuestra
historia, somos nosotros quienes hemos sido torpes alumnos de esos gigantes.
Claro que les vamos a
enviar los materiales. Pero…
¿Les vamos a enseñar
cómo es vivir en una comunidad, sentir lo que es tener otra cultura, otra
lengua, otro modo?
¿A luchar?
¿A imaginar y crear
resistencias?
Ni pensarlo.
De los pueblos indios,
en todo caso, l@s zapatistas tenemos mucho que aprender todavía.
Entonces, ellos vendrán
después e iremos nosotros, nosotras, a seguir aprendiendo.
Y, cuando vengan al
encuentro especial que haremos con ellos, sonarán nuestras mejores notas, los
más diversos y vívidos colores adornarán su paso, y nuestro corazón volverá a
abrirse para acoger a quienes son nuestros hermanos mayores, los más grandes,
los mejores.
Porque honrar a quien
enseña, es también honrar a la tierra.
Vendrán a nuestras
casas, con ellos compartiremos alimentos y memorias.
Los alzaremos sobre
nosotros.
Y, erguidos sobre
nuestros hombros, se levantarán más aún.
Y les preguntaremos qué
miran.
Les pediremos que, con
sus ojos, nos enseñen a mirar más lejos, más ancho, más profundo, más alto.
Que nos reciba su
palabra y en ella bebamos.
Que nos ayuden a crecer
y ser mejores.
Para ellos ha sido, es
y será siempre nuestro mejor abrazo.
Así que no estarán
nuestros Maestros.
Pero ustedes no tengan
pena. Es seguro que estos pueblos, que lograron resistir hasta ahora toda
clase de ataques, sabrán ser generosos y, llegado su momento, les abrirán el
corazón, como ahora lo hacemos nosotros.
Porque ellos nos
enseñaron a no mirar a los ruidos que ensordecen y ciegan.
Porque ellos nos
enseñaron a no escuchar los colores del engaño y el dinero.
Porque ellos nos
enseñaron a mirarlos y mirarnos, a escucharlos y escucharnos.
Porque ellos nos
enseñaron que ser indígena es tener la dignidad por casa y destino.
Porque ellos nos
enseñaron no a caernos, sino a levantarnos.
Porque ellos nos
enseñaron el valor que tiene el ser el color que somos de la tierra.
Porque ellos nos
enseñaron a no tener miedo.
Porque ellos nos
enseñaron que para vivir, morimos.
Vale. Salud y
silencio para escuchar el paso que viene desde lo más profundo de los mundos
que en el mundo son y han sido.
Desde las montañas del
Sureste Mexicano.
SupMarcos.
México, junio del 2013.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Escucha y ve los videos
que acompañan este texto.
Sub-verso, junto con
Portavoz, con la rola “Lo que no voy a decir”, con honor y saludo. Larga
vida al Pueblo Mapuche:
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
En memoria de Juan
Vázquez Guzmán, indígena tzeltal miembro del CNI y adherente a la Sexta,
asesinado en abril del 2013, en Chiapas, México. Aquí recordado por sus
compañeras y compañeros del Ejido San Sebastián Bachajón, y por tod@s nosotr@s:
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Aquí el Aho Colectivo,
con Venado Azúl, Rubén Albarrán (Café Tacvba), Poncho Figueroa (Santa Sabina),
Roco Pachukote (Sonidero Meztizo), Lengualerta, Hector Guerra (Pachamama Crew),
Moyenei Valdés (Sonidero Meztizo), Valle González-Camarena, Memo Méndez Guiu y
Moi Gallo en la parte musical, Marcoatl, el Gallo, Benjamin Ramauge, Gaby
Fuchs, Damian Mendoza y Jose Matiella, dejando claro que ¡WIRIKUTA NO SE VENDE,
WIRIKUTA SE DEFIENDE!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario