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IV.-
DE GATOS Y CAJAS.
Una paradoja de la paradoja de Schrödinger
Erwin Schrödinger (Austria-Irlanda. 1887-1966), quien parece que no era muy
afecto a los felinos caseros, propuso un ejercicio teórico para la física
cuántica.
El planteamiento es sencillo, aunque sus implicaciones son muy complejas.
Dentro de una caja han metido un gato. La caja tiene un dispositivo que, sin
tiempo definido, libera una suerte de mecanismo letal y el gato morirá.
Como la caja es hermética, no se sabe si el gato está vivo aún o ya
pereció. Hasta que la caja se abre, se confirma una posibilidad o la
otra. El momento previo, cuando no sabemos si está vivo o muerto, supone
que hay dos mundos o dos universos simultáneos. En uno el gato está ya muerto,
en el otro está vivo aún. Un mecanismo mortal activado y sin activar; un
gato vivo y muerto a la vez; una superposición de estados según la física
cuántica.
Dejemos, por ahora, de lado las referencias a los multiversos de los comics y
las consecuencias en la física cuántica. Dejemos de lado también la
animadversión de don Schördinger respecto a los gatos, y que es obvio que no
conocía mucho de esos felinos (cualquiera que haya lidiado con ellos sabe que
no se dejarían atrapar, y mucho menos permitir que los encierren, sin protestar
y sin defenderse -más aún si se trata de un… gato-perro -). Tampoco nos
fijemos mucho en que el gato está preso y condenado a muerte, a menos que
alguien tenga a bien abrir la caja cuando el mecanismo mortal no se ha
activado, y el gato salte y se libere de la prisión.
Se supone que este ejercicio teórico, sería una base para mostrar que son
posibles mundos en varios universos, es decir, en un multiverso (aunque también
es para mostrar que las leyes de física cuántica no aplican en lo cotidiano).
Hasta donde mi limitado conocimiento de los comics me permite, entiendo que, en
esos mundos diversos, sigue prevaleciendo el individuo, pero en diferentes
versiones. En un mundo, Sheldon Cooper (serie televisiva “The Big Bang
Theory”), es un científico con problemas para relacionarse socialmente.
En otro es un mujeriego irredento. En uno más es un juez “popular” del
sistema judicial en México (oh, lo sé, mi perversidad es sublime).
Y esta digresión que, eso espero, desconcierta, viene al caso, o cosa, según,
de que aún con la capacidad imaginativa para plantear la existencia simultánea
del gato vivo y el gato muerto, no se plantea la posibilidad (o el universo) de
que haya uno o varios gatos que se nieguen a entrar a la caja. Y tal vez
con el agravante de que el supuesto gato en realidad sea un gato-perro.
Al señalar unas posibilidades, se omiten otras.
Cuando se habla del sistema capitalista, las diferentes propuestas se refieren
a lo que pueden hacer para mejorar las condiciones del gato encerrado en la
trampa, para alargar su vida (o sus posibilidades de vida), o para “humanizar”
el dispositivo mortal.
Es, digamos, lo que plantea el progresismo. ¿Definición de
progresismo? Bueno, quienes son de izquierda hasta la víspera de
convertirse en gobierno y tener un puesto, cargo, paga pues. Entonces
dejan de ser de izquierda, se convierten en oficialismo, y disfrazan su
pragmatismo (que los lleva a aliarse y hermanarse con sus enemigos de la
víspera -y a distanciarse de su pasado social-), de “realismo político”.
Es, entonces, una izquierda agradable al capital. Es decir, una derecha “cool”,
bonita, recatada y ruborosa.
En este caso, el progresismo promete, en la víspera, liberar al gato de su
prisión. Luego, como no puede o no quiere hacerlo, “cambia” su propuesta:
“voy a hacer que estés más cómodo”; “voy a conseguir mejores condiciones para
tu muerte”; “voy a luchar para que el mecanismo mortal no se active muy
rápido”. O, puede, en cambio, exhortar al prisionero a aguantar, ya que
tiene el 50% de probabilidades de sobrevivir temporalmente. Preso, sí,
pero vivo.
-*-
El sistema capitalista es esa caja. Dentro de ella, multitudes esperan,
sin saberlo, que se active el mecanismo asesino. Guerras, hambrunas,
catástrofes “naturales”, asaltos violentos, asesinatos, arbitrariedades
gubernamentales, destrucciones que habrán de solucionar el enigma: “¿vivir o
morir?”.
En la caja hay quien tiene el delito de ser mujer, niño o niña, joven,
anciana, otroa, de piel oscura, de modo originario, con
lengua extranjera en su propia tierra, etcétera. No importa su condición,
género, raza, ideología, religión, modo, estatura, complexión física: esa
persona está dentro de la caja y está sujeta a esas leyes mortales.
No sólo sin posibilidad de salir, también sin imaginar siquiera que otro mundo
exista allá afuera.
La opción para retrasar la muerte o mejorar las condiciones de la condena, es
la sumisión y la aceptación a ser parte del escaparate de “cosas raras” que el
sistema exhibe para esparcimiento de sí mismo. Mujer, Otroa,
Originario, Raza, Barrio, Nacionalidad, cada “rareza” tiene su lugar en la
tienda de curiosidades si se porta “bien». Si no, bueno, la “mano
invisible del mercado” accionará la palanca exterminadora.
Ejemplo: el delito de nacer, crecer y luchar en tierras palestinas es no
aceptar ser parte de la vitrina del capital. Y resistir y rebelarse
contra la máquina. La máquina quiere un centro recreativo en Gaza y le
estorba la civilización palestina, el pueblo palestino lucha por un territorio
para vivir.
Palestina es el mejor ejemplo de la crisis terminal de los llamados “Estados
Nacionales” y sus gobiernos. No ellos mandan, sólo obedecen a
conveniencia. Son incapaces de presentar una política exterior
independiente, digna y consecuente.
Y en al asesinato masivo en marcha, la complicidad y omisión de los gobiernos
del planeta (salvo algunas excepciones), es patética. Las policías de los
distintos gobiernos europeos y americanos reprimiendo las manifestaciones por
el cese al genocidio en Palestina, son el mejor discurso sobre el “humanismo”
occidental.
En el mundo de arriba, los gobiernos europeos son la corte ociosa e inútil del
rey en turno. Rusia y China son los condes y duques conspirando para el
regicidio, y ofrecen un monarca alterno. El resto de los gobiernos
nacionales en el mundo, salvo quienes se han manifestado claramente en contra,
son los pajes afanosos, estresados por las continuas demandas y hostigamientos
de la familia real.
¿Quiénes contemplan, operan, se divierten y hacen apuestas sobre lo que ocurre
en la caja? Los grandes capitales financieros, comerciales, industriales
y, ahora, digitales y aeroespaciales.
Los gobiernos del mundo, en su mayoría, sólo son los boleteros de las apuestas,
los “brokers” en las bolsas de valores donde las guerras siempre están
al alza, y la vida de abajo… a la baja. Y, como los Mileis que en el
mundo son y serán, son a quienes se manda a comprar y servir el vino que
presidirá los banquetes monárquicos (la motosierra es un detalle autóctono).
-*-
Sin embargo, hay quien o quienes se plantean otra posibilidad: no entrar a la
caja o salirse de ella.
Más
aún, hay quienes cuestionan la caja misma, su existencia eterna y omnipotente;
y su pretensión de ser el único universo que tolera la existencia, dentro suyo,
de la diversidad, de varios universos o multiversos… domesticados.
Esas personas que se plantean eso son lo que los zapatistas llamamos
“resistencia y rebeldía”. Resistencia para entrar a la caja o, si se está
adentro, Rebeldía para luchar por salir.
Resistencia
y Rebeldía que se plantea la destrucción de la caja, de la lógica que la creó y
de la creencia de que no es posible “otra cosa”.
Desde
las montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán.
Julio del 2025.
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