lunes, 19 de octubre de 2020

Cuarta parte: MEMORIA DE LO QUE VENDRÁ. Subcomandante Insurgente Galeano


 Cuarta Parte: MEMORIA DE LO QUE VENDRÁ.

Octubre del 2020.

  Es hace 35 octubres.

  El Viejo Antonio mira la fogata resistiendo a la lluvia.  Bajo el chorreante sombrero de paja enciende, con un tizón, su cigarrillo forjado con doblador.  El fuego se mantiene, escondiéndose a veces bajo los troncos; el viento le ayuda y con su aliento aviva las brazas que enrojecen de furia.

  El campamento es el nombrado “Watapil”, en la llamada “Sierra Cruz de Plata” que se yergue entre los húmedos brazos de los ríos Jataté y Perlas.  Corre el año de 1985 y octubre recibe al grupo con una tormenta, presagiando así sus mañanas.  El alto almendro (que renombrará a esa montaña en la lengua insurgente), compasivo mira a sus pies a ese puñado pequeño, pequeñísimo, insignificante, de mujeres y hombres.  Rostros demacrados, pieles enjutas, brillante la mirada (tal vez la fiebre, la porfía, el miedo, el delirio, el hambre, la falta de sueño), las ropas marrón y negro desgarradas, las botas deformes por los bejucos que pretenden mantener las suelas en su sitio.

  Con palabra pausada, queda, apenas perceptible entre el ruido de la tormenta, el Viejo Antonio les habla como si a sí mismo se llamara:

  “Para el color de la tierra vendrá de nuevo el Mandón a imponer su palabra dura, su YO asesino de la razón, su soborno disfrazado de limosna.

   Vendrá el día en que la muerte vista sus ropas más crueles. Adornados sus pasos con engranes y chirridos, la maquina que enferma los caminos, mentirá diciendo que trae bonanza mientras siembra destrucción.  Quien se oponga a ese ruido que aterra a plantas y animales, será asesinado en su vida y su memoria.  Con plomo la una, la otra con mentira.  La noche será así más larga.  Más dilatado el dolor.  Más mortal la muerte.

   Los Aluxo´ob alertarán entonces a la madre y así dirán: “Viene la muerte, madre, matando viene”.

   La tierra madre, la más primera, se despertará entonces -sacudiéndose el sueño de loros, guacamayas y tucanes-, reclamará la sangre de sus guardianes y guardianas, y, dirigiéndose a su prole, así dirá:

   “Vayan los unos a burlar al invasor. Vayan las otras a llamar a la sangre hermana. Que no les espanten las aguas, que no los desanimen fríos ni calores. Abran caminos donde no los hay. Remonten ríos y mares. Naveguen las montañas. Vuelen lluvias y nubes. Sean noche, día sean, de madrugada vayan y alerten al todo. Que muchos son mis nombres y colores, pero uno es mi corazón, y mi muerte será también la del todo. Que no se avergüence entonces su piel del color que le he dado, ni de la palabra que en sus bocas he plantado, ni de su tamaño que cerca me tienen. Que yo les daré luz en la mirada, abrigo en sus oídos y fuerza en sus pies y brazos. No teman los colores y modos distintos, no los caminos diferentes. Porque uno es el corazón que les he heredado, uno el entendimiento y una la mirada”.

   Entonces, bajo el asedio de los Aluxo´ob, las máquinas del engaño mortal se descompondrán, rota su soberbia, su avaricia rota.  Y los poderosos traerán de otras naciones a los lacayos que componen la muerte descompuesta.  Se revisarán las entrañas de las máquinas de muerte y encontrarán la razón de su desandar y así se dirán: “están llenas de sangre”. Tratando de explicar la razón de esa terrible maravilla, así anunciarán a sus patrones: “no lo sabemos por qué, sólo lo sabemos que es sangre que heredera es de la sangre originaria”.

   Y, entonces, lloverá la maldad sobre sí misma en las grandes casonas donde el Poderoso se embriaga y abusa. Entrará la sinrazón en sus dominios y, en lugar de agua, manará sangre de los manantiales. Sus jardines se marchitarán y se marchitará el corazón de quienes le trabajan y sirven. El poderoso traerá entonces a otros vasallos para usarlos. De otras tierras vendrán. Y nacerá el odio entre iguales alentado por el dinero.  Habrá peleas entre ellos, y vendrán la muerte y la destrucción entre quienes comparten historia y dolor.

   Quienes antes trabajaban la tierra y en ella se vivían, convertidos ya en sirvientes y esclavas del Poderoso en los suelos y cielos de sus antepasados, verán llegar las desgracias a sus casas. Se perderán sus hijas y sus hijos, ahogados en la podredumbre de la corrupción y el crimen. Volverá el derecho de pernada con el que el dinero mata la inocencia y el amor. Y las crías serán arrebatadas de los regazos de las madres y su carne nueva será tomada por los grandes Señores para saciar su vileza y ruindad. Por razón de los dineros el hijo levantará la mano contra sus padres y el luto vestirá sus casas. La hija se perderá en la oscuridad o en la muerte, matada su vida y su estar por los Señores y su dinero. Enfermedades desconocidas atacarán a quienes vendieron su dignidad y la de los suyos por unas monedas, a quienes traicionaron a su raza, su sangre y su historia, y a quienes levantaron y propagaron la mentira.

   La Ceiba madre, la sostenedora de mundos, gritará tan fuerte que hasta la sordera más alejada escuchará su clamor herido. Y 7 voces distantes se le acercarán. Y le abrazarán 7 brazos lejanos. Y 7 puños distintos se le unirán. La Ceiba Madre levantará entonces sus naguas y sus mil pies patearán y desacomodarán los caminos de hierro. Las máquinas de ruedas se saldrán de sus caminos de metal. Las aguas desbordarán de ríos y lagunas, y el mismo mar bramará con furia. Se abrirán entonces las entrañas de suelos y cielos en todos los mundos.

   Entonces la más primera, la tierra madre, se elevará y reclamará con fuego su casa y su lugar.  Y por sobre las soberbias edificaciones del Poder, avanzarán árboles, plantas y animales, y con sus corazones vivirá de nuevo el Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo.  Y el jaguar caminará de nuevo sus rutas ancestrales, reinando de nuevo donde quisieron reinar el dinero y sus lacayos.

   Y el poderoso no morirá sin antes ver cómo su ignorante soberbia se derrumba sin apenas hacer ruido.  Y en su último aliento conocerá el Mandón que ya no será más, si acaso un mal recuerdo en el mundo que se rebeló y resistió a la muerte que su mandar mandaba.

   Y esto dicen que dicen los muertos de siempre, los que morirán de nuevo pero entonces para vivir.

   Y dicen que dicen que se conozca esta palabra en valles y montañas; que se sepa en cañadas y llanuras; que lo repita el pájaro tapacamino y así advierta los pasos del corazón que anda hermano; que la lluvia y el sol lo siembren en la mirada de quienes habitan estas tierras; y que el viento la lleve lejos y anide en el pensamiento compañero.

   Porque cosas terribles y maravillosas por venir, verán estos cielos y suelos.

   Y el jaguar caminará de nuevo sus rutas ancestrales, reinando de nuevo donde quisieron reinar el dinero y sus lacayos.”

  Se calla el Viejo Antonio y, con él, la lluvia.  Nada duerme.  Todo sueña.

-*-

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

SupGaleano
México, Octubre del 2020.

 

Del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro: Parte II.- Los cayucos.

 

  Os recuerdo que las divisiones entre países sólo sirven para tipificar el delito de «contrabando» y para darle sentido a las guerras. Es claro que existen, al menos, dos cosas que están por encima de las fronteras: la una es el crimen que, disfrazado de modernidad, distribuye la miseria a escala mundial; la otra es la esperanza de que la vergüenza sólo exista cuando uno se equivoca de paso en el baile, y no cada vez que nos vemos en un espejo. Para acabar con el primero y para hacer florecer la segunda, sólo hace falta luchar y ser mejores.  Lo demás se sigue solo y es lo que suele llenar bibliotecas y museos.  No es necesario conquistar el mundo, basta con hacerlo de nuevo. Vale. Salud y sabed que, para el amor, una cama es sólo un pretexto; para el baile, una tonada es sólo un adorno; y para luchar, la nacionalidad es sólo un accidente meramente circunstancial.

Don Durito de La Lacandona, 1995

  El SubMoy estaba diciéndole a Maxo que tal vez habría que probar con madera balsa (“corcho” le dicen acá), pero el ingeniero naval alegaba que, puesto que más ligera, peor la iba a arrastrar la corriente.  “Pero dijiste que no hay corriente en el mar”.  “Pero qué tal que hay”, se defendió Maxo.  El SubMoy les dijo a los otros comités que seguía la siguiente prueba: cayucos.

  Se pusieron a labrar varios cayucos.  Con hachas y machetes fueron dándole forma y vocación marina a troncos cuyo destino original era leña para el fogón.  Como el SubMoy se ausentó unos momentos, fueron a preguntarle al SupGaleano si le ponían nombre a las embarcaciones.  El Sup estaba mirando cómo el Monarca revisaba un viejo motor de diesel, así que respondió distraído: “Sí, claro”.

  Se fueron y empezaron a calar y a pintar en los costados nombres racionales y mesurados.  En uno se leía: “El Chompiras Nadador y Brinca Charcos”.  Otro: “El internacionalista. Una cosa es una cosa y otra cosa es dont fuck me, compadre”.  Uno más: “Orita vengo, no me tardo mi amor”.  El de allá: “Pos va en su cuenta, pa´ qué me invitan”.  Los del puy Jacinto Canek bautizaron el suyo como “Jean Robert”, que era así su modo de hacerlo acompañar el viaje.

  En uno más alejado se alcanzaba a leer: “Ya para qué llorar si lo que sobra es agua salada”, y a continuación se extendía: “Este barco fue hecho por la Comisión Marítima del municipio autónomo rebelde zapatista “Nos critican que les ponemos un nombre muy largo a los MAREZ y Caracoles, pero nos vale”, de la Junta de Buen Gobierno “También”. Producto perecedero. Fecha de caducidad: depende. Nuestras embarcaciones no se hunden, sino que caducan, no es lo mismo. Contrataciones de fabricantes de cayucos y musiqueros en el CRAREZ (no incluye marimba ni equipo de sonido –porque qué tal que se hunden y luego no reponen-, pero sí le echamos muchas ganas a la cantada… bueno, más o menos. Depende, pues). Este cayuco sólo cotiza en las bolsas de resistencia.  Continuará en el próximo cayuco…”, (claro, había que dar la vuelta alrededor del cayuco y en las paredes internas para leer completo el “nombre”; sí, tiene usted razón, el submarino enemigo va a tardar tanto tiempo en transmitir el nombre completo de la nave a hundir que, cuando termine, la embarcación ya habrá atracado en las costas europeas).

  El asunto es que, mientras labraban los troncos, se corrió el chisme.  El amado Amado le contó al Pablito que le contó al Pedrito que le informó a Defensa Zapatista que lo consultó con la Esperanza que le dijo a la Calamidad “no le digas a nadie” que lo contó a sus mamaces que lo dijo en el grupo de “como mujeres que somos”.

  Cuando le dijeron al SupGaleano que venían las mujeres, el Sup se encogió de hombros y le pasó al Monarca la llave que llaman española, de media pulgada, mientras escupía pedazos de la boquilla de su pipa.

  Al rato llegó el Jacobo: “Oí Sup, ¿va a dilatar el SubMoy?

  “Ni idea”, respondió el SupGaleano mientras miraba desconsolado su pipa rota.

  Jacobo: “¿Y tú lo sabes cuántos van a viajar?

  El Sup: “Todavía. La Europa de abajo no ha respondido cuántos pueden recibir. ¿Por qué?

  Jacobo: “Pues es que…  mejor ven para que miras”.

  El SupGaleano rompió otra pipa mirando la “flota” zapatista. En la ribera del río, los 6 cayucos con nombres estrafalarios, alineados, estaban llenos de macetas y flores.

  “¿Y eso?”, preguntó el Sup sólo por trámite.

  “Es su carga de las compañeras”, respondió Rubén resignado.

  El Sup: “¿Su carga?”.

  Rubén: “Sí, vinieron y nomás decían “esto se va a ocupar” y fueron dejando esas plantitas.  Y luego vino una niña que no sé cómo se llama pero preguntó que si el viaje tarda en llegar, o sea que si dilata en que llegamos donde vamos.  Le pregunté por qué, que si es que van sus mamaces o qué.  Me dijo que no, que era porque quería mandar un árbol, así chiquitillo, que de repente, si dilatamos en el viaje, pues ya llega ya crecidito y podemos echar pozol a la sombra si se pone muy fiero el sol.”

  “Pero si todas son iguales”, alegó el Sup (refiriéndose a las plantas, claro).

  No, dijo la comité Alejandra.  Ésta es estafiate, para el dolor de panza; ésa es tomillo; aquella es hierbabuena; allá manzanilla, orégano, perejil, cilantro, laurel, epazote, zábila; ésta es para si tienes diarrea, ésta para quemaduras, ésa para mal de sueño, allá para si duele tu diente, acá la de cólicos, ésta se llama “sánalo todo”, otra de allá para el gómito, también momo, yerba mora, cebollín, ruda, geranios, claveles, tulipanes, rosas, mañanitas; y así.

  Jacobo se sintió obligado a aclarar: “Ya que terminábamos un cayuco, cuando volteamos a ver, ya estaba lleno de monte.  Otro, y otra vez lleno.  Ya llevamos 6, por eso pregunto si seguimos haciendo más, porque igual los van a ir llenando.

  “Pero si mandan todo eso, ¿dónde van a ir los compañeros?” quiso razonar el Sup con una compañera, coordinadora de mujeres, que cargaba en los brazos dos macetas y un pichito en su rebozo terciado a la espalda.

  “Ah, ¿a poco van a ir hombres?”, dijo ella.

  “Como sea, tampoco van a caber las mujeres”, alegó el Sup “al borde de un ataque de nervios”.

  Ella: “Ah, es que nosotras no vamos a ir en barco.  Nosotras nos vamos a ir en avión, para que no nos gomitamos.  Bueno, siempre sí un poco, pero menos.”

  Sup: ¿Y quién les dijo que ustedes en avión?

  Ella: Nosotras.

  Sup: ¿Pero de dónde la sacaron toda esa palabra que me estás diciendo?

  Ella: “Es que llegó la Esperanza en la reunión de como mujeres que somos y nos informó que todas vamos a morir miserablemente si vamos con los malditos hombresEntonces lo pensamos en asamblea y llegamos en el acuerdo de que no tenemos miedo y estamos muy dispuestas y decididas a que los hombres mueren miserablemente y nosotras no.

   Ya hicimos la cuenta y vamos a rentar el avión que compró el Calderón para el Peña Nieto y que los malos gobiernos de ahora ya no saben cómo hacer.  Dicen que 500 pesos el boleto por persona.  Ahorita van apuntadas 111 compañeras, pero creo faltan los equipos de fútbol de las milicianas.  Así que, si sólo vamos 111, serían 55,500.00 pesos, pero mujeres y pichitos sólo pagan la mitad, entonces 27,750.  Falta descontar el IVA y la bonificación por gastos de representación, así que digamos que unos 10 mil pesos por todas.  Eso si el dólar no se devalúa, entonces pues menos.  Pero, para no estar alegando por la paga, les vamos a dar al buey de mi compadre, que está igual que no digo quién, pero qué le vamos a hacer, así son todos los machitos.

  El SupGaleano quedó callado de una vez, tratando de acordarse dónde diablos dejó la pipa de emergencia.  Pero cuando lo miró que las mujeres empezaron a acarrear gallinas, gallos, pollitos, cuches, patos y guajolotes, le dijo al Monarca: “Rápido, llámale al SubMoy y dile que es muy urgente que venga”.

  La procesión de mujeres, plantas y animales se alargaba más allá del potrero.  Les seguía la fila de la pandilla de Defensa Zapatista: la columna de la horda la abría el Pablito, que ya en modo “si no las vences, úneteles”, llevaba un su caballo, seguido del amado Amado con una su bicicleta –con la llanta ponchada-.  Luego el gato-perro arreando un hato de ganado.  Defensa y Esperanza medían los cayucos calculando si entraban las porterías.  El caballo choco llevaba en el hocico una red con botellas de plástico.  Calamidad pasó cargando un cuchito que chillaba aterrado, temiendo que lo arrojaran al río para rescatarlo luego… ¿y no?

  Cerraba la columna alguien que se parecía extraordinariamente a un escarabajo, con un parche pirata en el ojo diestro, un alambre retorcido en una de las patitas –a manera de garfio-, y en otra una especie de pata de palo, aunque no fuera más que una astilla de alguno de los bejucos labrados.  El extraño ser, blandiendo una laminita de cubre bocas, declamaba con elogiable entonación: “Con diez cañones por banda, / viento en popa, a toda vela, / no corta el mar sino vuela / un velero bergantín. / Bajel pirata que llaman / por su bravura “El Temido”, / En todo el mar conocido / del uno al otro confín.”.

  Cuando regresó el Subcomandante Insurgente Moisés, jefe de la expedición en ciernes, encontró al SupGaleano sonriendo inexplicablemente.  El Sup había encontrado otra pipa, ésta sin romper, dentro del bolsillo de su pantalón.

Doy Fe.
Guau-Miau.


 

jueves, 8 de octubre de 2020

Quinta Parte: LA MIRADA Y LA DISTANCIA A LA PUERTA. Subcomandante Insurgente Galeano


Quinta Parte: LA MIRADA Y LA DISTANCIA A LA PUERTA.

Octubre del 2020.

  Supongamos que es posible elegir, por ejemplo, la mirada.  Supongamos que usted puede librarse, así sea por un momento, de la tiranía de las redes sociales que imponen no sólo qué se mira y de qué se habla, también cómo mirar y cómo hablar.  Entonces, supongamos que usted levanta su mirada.  Más arriba: de lo inmediato a lo local a lo regional a lo nacional a lo mundial.  ¿Lo mira?  Cierto, un caos, un desbarajuste, un desorden.  Entonces supongamos que usted es un ser humano; vaya, que no es una aplicación digital que, velozmente, mira, clasifica, jerarquiza, juzga y sanciona.  Entonces usted elige qué mirar… y cómo mirar.  Pudiera ser, es un supositorio, que mirar y juzgar no sean lo mismo.  Así que usted no sólo elige, también decide.  Cambiar la pregunta de “eso, ¿está mal o bien?”, a “¿qué es eso?”.  Claro, la primera cuestión lleva a un debate sabroso (¿todavía hay debates?).  Y de ahí al “Eso está mal –o bien- porque yo lo digo”.  O, tal vez, hay una discusión sobre qué es el bien y el mal, y de ahí a los argumentos y citas con pie de página.  Cierto, tiene usted razón, eso es mejor que recurrir a “likes” y “manitas arriba”, pero le he propuesto cambiar el punto de partida: elegir el destino de su mirada.

  Por ejemplo: usted decide mirar a los musulmanes.  Puede usted elegir, por ejemplo, entre quienes perpetraron el atentado contra Charlie Hebdo o entre quienes marchan ahora por los caminos de Francia para reclamar, exigir, imponer sus derechos.  Puesto que usted ha llegado a estas líneas, es muy probable que se decante por los “sans papiers”.  Claro, también se siente usted en la obligación de declarar que Macron es un imbécil.  Pero, obviando ese rápido vistazo hacia arriba, usted vuelve a mirar los plantones, campamentos y marchas de los migrantes.  Usted se pregunta por el número.  Le parecen muchos, o pocos, o demasiados, o suficientes.  Ha pasado de la identidad religiosa a la cantidad.  Y entonces usted se pregunta qué quieren, por qué luchan.  Y aquí usted decide si acude a los medios y las redes para saberlo… o les escucha.  Suponga que les puede preguntar.  ¿Les pregunta usted su creencia religiosa, cuántos son?  ¿O les pregunta por qué abandonaron su tierra y decidieron llegar a suelos y cielos que tienen otra lengua, otra cultura, otras leyes, otro modo?  Tal vez le respondan con una sola palabra: guerra.  O tal vez le detallen lo que esa palabra significa en su realidad de ellos.  Guerra.  Usted decide investigar: ¿guerra dónde?  O, más mejor. ¿por qué esa guerra?  Entonces le abruman con explicaciones: creencias religiosas, disputas territoriales, saqueo de recursos o, simple y llanamente, estupidez.  Pero usted no se conforma y pregunta por quién se beneficia de la destrucción, del despoblamiento, de la reconstrucción, de la repoblación.  Encuentra los datos de diversas corporaciones.  Investiga a las corporaciones y descubre que están en varios países, y que fabrican no sólo armas, también autos, cohetes interestelares, hornos de microondas, servicios de paquetería, bancos, redes sociales, “contenido mediático”, ropa, celulares y computadoras, calzado, alimentos orgánicos y no, empresas navieras, ventas en línea,  trenes, jefes de gobierno y gabinetes, centros de investigación científica y no, cadenas de hoteles y restaurantes, “fast food”, líneas aéreas, termoeléctricas y, claro, fundaciones de ayuda “humanitaria”.  Usted podría decir, entonces, que la responsabilidad es de la humanidad o del mundo entero.

  Pero usted se pregunta si el mundo o la humanidad no son responsables, también, de esa marcha, plantón, campamento de migrantes, de esa resistencia.  Y llega entonces a concluir que, puede ser, es probable, tal vez, es un sistema íntegro el responsable.  Un sistema que produce y reproduce el dolor, a quienes lo infligen y a quienes lo padecen.

  Ahora vuelva usted la mirada a la marcha que recorre los caminos de la Francia.  Suponga que son pocos, muy pocos, que sólo es una mujer que carga un su pichito.  ¿Le importan ahora su creencia religiosa, su lengua, sus ropas, su cultura, su modo?  ¿Le importan que sea sólo una mujer que carga su pichito en brazos?  Ahora olvídese de la mujer por un momento y enfoque su mirada sólo en la criatura.  ¿Importa si es varón o hembra u otroa? ¿Su color de piel?  Tal vez descubra usted, ahora, que lo que importa es su vida.

  Ahora, vaya más allá, después de todo ya llegó usted hasta estas líneas, así que unas más no le harán daño.  Ok, no mucho daño.

  Suponga que esa mujer le habla y usted tiene el privilegio de entender lo que le diga.  ¿Usted cree que ella le exigirá que le pida perdón por el color de su piel de usted, su creencia religiosa o no, su nacionalidad, sus antepasados, su lengua, su género, su modo?  ¿Usted se apresura a pedirle perdón por ser quien es?  ¿Espera que ella le perdone y usted regrese a su vida con esa cuenta saldada?  ¿O que ella no le perdone y usted se diga “bueno, al menos lo intenté y estoy sinceramente arrepentido de ser quien soy”?

  ¿O teme que ella no le hable, que sólo le mire en silencio, y usted sienta que esa mirada le pregunta “¿Y tú, qué?”?

  Si llega usted a este razonamiento-sentimiento-angustia-desesperación, entonces, lo lamento, usted no tiene remedio: usted es un ser humano.

-*-

  Aclarado así que usted no es un bot, repita el ejercicio en la Isla de Lesbos; en el Peñón de Gibraltar; en el Canal de la Mancha; en Nápoles; en el río Suchiate; en el río Bravo.

  Ahora mueva su mirada y busque Palestina, Kurdistán, Euskadi y Wallmapu.  Sí, lo sé, marea un poco… y no es todo.  Pero en esos lugares, hay quienes (muchos o pocos o demasiados o suficientes) también luchan por la vida.  Pero resulta que conciben la vida ligada inseparablemente a su tierra, a su lengua, su cultura, su modo.  A eso que el Congreso Nacional Indígena nos enseñó a llamar “territorio”, y que no es sólo un pedazo de tierra.  ¿No tiene la tentación de que esas personas le cuenten su historia, su lucha, sus sueños?  Sí, lo sé, tal vez sea mejor para usted recurrir a Wikipedia, pero ¿no le tienta el escucharlo directamente y tratar de entenderlo?

  Regrese ahora a eso que está entre los ríos Bravo y Suchiate.  Acérquese a un lugar que se llama “Morelos”.  Un nuevo acercamiento de su mirada al municipio de Temoac.  Enfoque ahora la comunidad de Amilcingo.  ¿Mira usted esa casa?  Es la casa de un hombre que en vida llevó el nombre de Samir Flores Soberanes.  Frente a esa puerta fue asesinado.  ¿Su delito?  Oponerse a un megaproyecto que representa muerte para la vida de las comunidades a las que pertenece.  No, no me equivoqué en la redacción: Samir es asesinado no por defender su vida individual, sino la de sus comunidades.

  Más aún: Samir fue asesinado por defender la vida de generaciones que aún no son ni pensadas.  Porque para Samir, para sus compañeras y compañeros, para los pueblos originarios agrupados en el CNI y para nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, la vida de la comunidad no es algo que transcurra sólo en el presente.  Es, sobre todo, lo que vendrá.  La vida de la comunidad es algo que se construye hoy, pero para el mañana.  La vida en la comunidad es algo que se hereda, pues.  ¿Usted cree que la cuenta se salda si los asesinos –el intelectual y el material- piden perdón?  ¿Piensa que su familia, su organización, el CNI, nosotr@s, quedaremos conformes con que pidan perdón los criminales?  “Perdónenme, yo lo señalé para que los sicarios procedieran a ejecutarlo, y siempre he sido un boquiflojo.  Veré de corregirme, o no.  Ya les pedí perdón, ahora quiten su plantón y vamos a completar la termoeléctrica, porque si no, se va a perder mucho dinero”  ¿Usted supone que eso esperan, esperamos, que por eso luchan, luchamos?  ¿Para que pidan perdón?  ¿Que declaren “disculpen, sí, asesinamos a Samir y, de paso, con este proyecto, asesinamos a sus comunidades.  Ya pues, perdónenos.  Y si no nos perdonan, pues no nos importa, el proyecto se tiene que completar”?

  Y resulta que los mismos que pedirían perdón por la termoeléctrica, son los mismos del Tren mal llamado “Maya”, los mismos del “corredor transístmico”, los mismos de presas, minas a cielo abierto y centrales eléctricas, los mismos que cierran fronteras para detener la migración provocada por las guerras que ellos mismos alimentan, los mismos que persiguen al Mapuche, los mismos que masacran al Kurdo, los mismos que destruyen Palestina, los mismos que disparan a los afroamericanos, los mismos que explotan (directa o indirectamente) a trabajadores en cualquier rincón del planeta, los mismos que cultivan y enaltecen la violencia de género, los mismos que prostituyen a la niñez, los mismos que le espían a usted para saber qué le gusta y venderle eso -y si no le gusta nada, pues hacen que le guste-, los mismos que destruyen la naturaleza.  Los mismos que quieren hacerle creer, a usted, a los demás, a nosotr@s, que la responsabilidad de ese crimen mundial y en marcha, es responsabilidad de naciones, de creencias religiosas, de resistencia al progreso, de conservadores, de lenguas, de historias, de modos.  Que todo se sintetiza en un individuo… o individua (no olvidar la paridad de género).

  Si se pudiera ir a todos esos rincones de este planeta moribundo, ¿qué haría usted?  Bueno, no sabemos. Pero nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, iríamos a aprender.  Claro, también a bailar, pero una cosa no excluye a la otra, creo.  Si hubiera esa oportunidad estaríamos dispuest@s a arriesgarlo todo, todo.  No sólo nuestra vida individual, también nuestra vida colectiva.  Y si no existiera esa posibilidad, lucharíamos por crearla.  Por construirla, como si de un navío se tratara.  Sí, lo sé, es una locura.  Algo impensable.  ¿A quién se le ocurriría que el destino de quienes resisten a la termoeléctrica, en un pequeñísimo rincón de México, le podría interesar a Palestina, al Mapuche, al vasco, al migrante, al afroamericano, a la joven ambientalista sueca, a la guerrera kurda, a la mujer que lucha en otra parte del planeta, al Japón, a China, a las Coreas, a Oceanía, a la África madre?

  ¿No deberíamos, en cambio, ir, por ejemplo, a Chablekal, en Yucatán, al local del Equipo Indignación, y reclamarles: “¡Ey! Ustedes son de piel blanca y son creyentes, ¡pidan perdón!”?  Casi estoy seguro de que responderían: “no hay problema, pero esperen su turno, porque ahora estamos ocupad@s en acompañar a quienes se resisten al Tren Maya, a quienes sufren despojos, persecución, cárcel, muerte.”  Y agregarían:

  “Además tenemos que atender la acusación que el supremo nos hace de que estamos financiadas por los Iluminatti como parte de un complot interplanetario para detener a la 4T”.  De lo que sí estoy seguro es que usarían el verbo “acompañar”, y no los de “dirigir”, “mandar”, “conducir”.

  ¿O deberíamos mejor invadir las Europas al grito de “¡ríndanse cara-pálidas!”, y destruir el Partenón, el Louvre y el Prado y, en lugar de esculturas y pinturas, llenar todo de bordados zapatistas, especialmente de cubre bocas zapatistas –que, dicho sea de paso, son eficaces y bonitillos-; y, en lugar de pastas, mariscos y paellas, imponer el consumo de elotes, cacaté y yerba mora; en lugar de refrescos, vinos y cervezas, pozol obligatorio; y quien salga a la calle sin pasamontañas, multa o cárcel (sí, opcional, porque tampoco hay que exagerar); y exclamar “¡A ver, esos rockeros, marimba obligatoria!  ¡Y desde ahora puras cumbias, nada de que reggaeton (¿le tienta, verdad?) ¡A ver tú, Panchito Varona y Sabina, los demás a los coros, arránquense con “Cartas Marcadas”, y en loop, aunque nos den las diez, las once, las doce, la una, las dos y las tres… y ya, porque mañana hay que madrugar!  ¡Oyes otro tú, ex rey pies-en-polvorosa, deja en paz a esos elefantes y ponte a cocinar!  ¡Sopa de calabaza para toda la corte! (lo sé, mi crueldad es exquisita)?

  Ahora dígame: ¿usted cree que la pesadilla de los de arriba es que les obliguen a pedir perdón?  ¿No será que lo que les puebla el sueño de cosas horrendas es que desaparezcan, que no importen, que no se les tome en cuenta, que sean nada, que su mundo se desmorone sin apenas hacer ruido, sin nadie que les recuerde, que les erija estatuas, museos, cánticos, días de guardar?  ¿No será que les da pánico la posible realidad?

-*-

  Fue de las pocas veces que el finado SupMarcos no recurrió a un símil cinéfilo para explicar algo.  Porque, no están ustedes para saberlo, ni yo para contarles, el difunto podía referir las etapas de su corta vida, cada una, a una película.  O acompañar una explicación sobre la situación nacional o internacional con un “como en la película tal”.  Claro, más de una vez tenía que recomponer el guión para que se ajustara a lo narrado.  Como la mayoría de nosotros no habíamos visto el filme referido, y no teníamos señal para consultar en los celulares la wikipedia, pues le creíamos.  Pero no nos desviemos del tema.  Esperen, creo que lo dejó escrito en alguno de esos papeles que saturan su baúl de los recuerdos… ¡Aquí está!  Va pues:

  “Para entender nuestro empeño y el tamaño de nuestra osadía, imaginen que la muerte es una puerta que se cruza.  Habrá muchas y variadas especulaciones sobre lo que hay detrás de esa puerta: el cielo, el infierno, el limbo, la nada.  Y sobre esas opciones, decenas de descripciones.  La vida, entonces, podría ser concebida como el camino hacia esa puerta.  La puerta, la muerte pues, sería así un punto de llegada… o una interrupción, el impertinente tajo de la ausencia hiriendo el aire de la vida.

   A esa puerta se llegaría, entonces, con la violencia de la tortura y el asesinato, el infortunio de un accidente, el penoso entornar la puerta en una enfermedad, el cansancio, el deseo.  Es decir, aunque la mayoría de las veces se llegaba a esa puerta sin desearlo ni pretenderlo, también sería posible que fuera una elección.

   En los pueblos originarios, hoy zapatistas, la muerte era una puerta que se plantaba casi al inicio de la vida.  La niñez se topaba con ella antes de los 5 años, y la cruzaba entre fiebres y diarreas.  Lo que hicimos el primero de enero de 1994 fue tratar de alejar esa puerta.  Claro, hubo que estar dispuestos a cruzarla para lograrlo, aunque no lo deseáramos.  Desde entonces todo nuestro empeño ha sido, y es, por alejar esa puerta lo más posible.  “Alargar la esperanza de vida”, dirían los especialistas.  Pero vida digna, agregaríamos nosotr@s.  Alejarla hasta lograr colocarla a un lado, pero muy adelante del camino.  Por eso dijimos al inicio del alzamiento que “para vivir, morimos”.  Porque si no heredamos vida, es decir camino, ¿entonces para qué vivimos?

-*-

  Heredar vida.

  Eso es precisamente lo que le preocupaba a Samir Flores Soberanes.  Y eso es lo que puede sintetizar la lucha del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala, en su resistencia y rebeldía contra la Termoeléctrica y el llamado “Proyecto Integral Morelos”.  A sus demandas de detener y desaparecer un proyecto de muerte, el mal gobierno responde argumentando que se perdería mucho dinero.

  Ahí, en Morelos, se sintetiza la confrontación actual en todo el mundo: dinero versus vida.  Y en ese enfrentamiento, en esa guerra, ninguna persona honesta debería ser neutral: o con el dinero, o con la vida.

  Así que, podríamos concluir, la lucha por la vida no es una obsesión en los pueblos originarios.  Es más bien… una vocación… y colectiva.

Vale.  Salud y que no olvidemos que perdón y justicia no son lo mismo.

Desde las montañas de Los Alpes, dudando qué invadir primero: ¿Alemania, Austria, Suiza, Francia, Italia, Eslovenia, Mónaco, Liechtenstein?  Nah, es broma… ¿o no?

 

El SupGaleano practicando su “gómito” más elegante.

México, Octubre del 2020.

Del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro: Una montaña en alta mar.  Parte I: La balsa.

Y en los mares de todos los mundos que en el mundo son,
se miraron montañas que se movían sobre el agua y, con el
rostro negado, mujeres, hombres y otroas sobre ellas
”.
“Crónicas del mañana”. Don Durito de La Lacandona. 1990.

  Al tercer intento fallido, Maxo quedó pensativo y, después de unos segundos, exclamó: “Quiere lazo”.  “Te lo dije”, obvió Gabino.  Los restos de la balsa flotaban dispersos, chocando unos con otros al gusto de la corriente del río que, haciendo honor a su nombre de “Colorado”, se pintaba del barro rojizo que arrancaba de las orillas.

  Llamaron entonces a un escuadrón miliciano de caballería, que llegó al ritmo de la “Cumbia Sobre el Río Suena”, del maestro Celso Piña.  Fueron empatando los lazos e hicieron dos tramos largos.  Mandaron a un equipo del otro lado del río.  Amarrados sus lazos a la balsa, ambos grupos podrían controlar el trayecto del navío sin que acabara deshecho, arrastrado el manojo de troncos por un río que ni siquiera se daba por enterado del intento de navegación.

  El despropósito en curso surgió después de que se decidió la invasión…, perdón, la visita a los cinco continentes.  Y pues ya ni modos.  Porque, cuando se votó, y al final el SupGaleano les dijo “están locos, no tenemos barco”, Maxo respondió: “hacemos uno”.  Rápido empezaron a hacer propuestas.

  Como todo lo absurdo en tierras zapatistas, la construcción del “barco” convocó a la banda de Defensa Zapatista.

  “Las compañeras van a morir miserablemente”, sentenció Esperanza, con su ya legendario optimismo (en algún libro la niña encontró esa palabra y entendió que era para referirse a algo horrible e irremediable, y la usa al contentillo: “Mis mamaces me peinaron miserablemente”,  “La maestra me puso tache miserablemente”, y así), cuando al cuarto intento, la balsa se desmadejó casi inmediatamente.

  “Y los compañeros”, se sintió el Pedrito obligado a añadir, dudando si la solidaridad de género era conveniente en ese destino… miserable.

  “Nah”, replicó Defensa.  “Compañeros como quiera repones, pero compañeras… ¿dónde vas a encontrar?  Compañera, de veras compañera, no cualquiera”.

  La pandilla de Defensa estaba colocada estratégicamente.  No para contemplar los avatares de los comités para construir el barco.  Defensa y Esperanza tenían tomada de las manos a Calamidad, quien ya había intentado dos veces lanzarse al río para rescatar la balsa, y en ambas fue tacleada por el Pedrito, el Pablito y el amado Amado.  El caballo choco y el gato-perro fueron arrollados desde el arranque.  Se preocupaban innecesariamente.  Cuando el SupGaleano vio que llegaba la horda, asignó 3 pelotones de milicianas en la orilla del río.  Con su habitual diplomacia y sin dejar de sonreír, el Sup les dijo: “Si esa niña llega al agua, todas mueren”.

  Después del éxito en el sexto intento, los comités probaban cargando la balsa de lo que llamaron “cosas esenciales” para el viaje (una especie de kit de supervivencia zapatista): un costal de tostadas, panela, un costalillo de café, algunas bolas de pozol, un tercio de leña, un trozo de nailon por si llueve.  Quedaron contemplando y se dieron cuenta de que algo faltaba.  Claro, no tardaron en traer una marimba.

  Maxo fue donde el Monarca y el SupGaleano revisaban unos diseños de los que les contaré en otra ocasión y dijo: “Oí, Sup, quiere que les mandes carta a los del otro lado: que busquen lazo y que lo empatan para que esté un buen de largo, y lanzan hasta acá y entonces desde las dos orillas vamos moviendo el “barco”.  Pero quiere que se organizan, porque si cada quien lanza una cuerda por su lado, pues nomás no llegan.  Quiere que los empatan pues, y organizados”.

  Maxo no esperó a que el SupGaleano saliera de su desconcierto, y tratara de explicarle que había una gran diferencia entre una balsa hecha con troncos amarrados con bejuco, y un barco para cruzar el Atlántico.

  Maxo se fue a supervisar la prueba de la balsa con toda la impedimenta.  Discutieron quién subía para probar con personas, pero el río latigueaba con un rumor tétrico, así que optaron por hacer un muñeco y trincarlo en medio de la embarcación.  Maxo era como el ingeniero naval porque, hace años, cuando una delegación zapatista fue a apoyar el campamento Cucapá, se metió al Mar de Cortés.  Maxo no explicó que casi se ahoga porque el pasamontañas se le pegó a nariz y boca y no podía respirar.  Cual viejo lobo de mar explicó: “es como un río, pero sin corriente, y más doble, un buen tanto, como la laguna de Miramar”.

  El SupGaleano estaba tratando de descifrar cómo se dice “lazo” en alemán, italiano, francés, inglés, griego, euskera, turco, sueco, catalán, finlandés, etc., cuando la mayor Irma se acercó y le dijo “ponle que no están solas”.  “Ni solos”, agregó el teniente coronel Rolando.  “Ni soloas”, aventuró la Marijose, que llegó para pedir a los musiqueros que hagan una versión del Lago de los Cisnes pero en cumbia.  “Así, alegre pues, que se bailen pues, que no esté triste su corazón”.  Los musiqueros preguntaron qué cosa es “cisnes”.  “Son como patos pero más bonitillos, como que estiraron mucho su pescuezo y así quedaron.  Que sea que son como jirafas pero caminan como patos”.  “¿Se comen?”, preguntaron los musiqueros, que sabían que ya era la hora del pozol y sólo habían llegado para dejar la marimba.  “¡Cómo crees!, los cisnes se bailan”.  Los musiqueros se dijeron que una versión de “pollito con papas” podría servir.  “Lo vamos a estudiar”, dijeron, y se fueron a tomar pozol.

  Mientras tanto Defensa Zapatista y Esperanza convencían a Calamidad de que, puesto que el SupGaleano estaba ocupado, su champa estaba vacía y era muy probable que hubiera escondido un paquete de mantecadas en la caja del tabaco.  Calamidad dudaba, así que tuvieron que decirle que allá podrían jugar a las palomitas.  Se fueron.  El Sup les vio alejarse, pero no se preocupó, era imposible que encontraran el escondite de las mantecadas, ocultas bajo bolsas de tabaco hongueado, y, dirigiéndose al Monarca y señalando unos diagramas, le preguntó “¿Estás seguro de que no se hunde?  Porque se ve que va a estar pesado”.  El Monarca quedó pensando y respondió: “De repente”.  Y luego dijo, serio: “pues que lleven vejigas, así flotan” (nota: vejigas = globos).

  El Sup suspiró y dijo: “más que un barco, lo que necesitamos es un poco de cordura”.  “Y más lazo”, añadió el SubMoy, que iba llegando justo en el momento en que la balsa, hasta el tope de carga, se hundía.

   Mientras en la orilla el grupo de Comités contemplaba los restos del naufragio y la marimba flotando patas arriba, alguien dijo: “suerte que no subimos el equipo de sonido, ése es más caro”.

  Todos aplaudieron cuando salió a flote el muñeco de trapo.  Alguien, previsor, le había puesto, bajo los brazos, dos vejigas infladas.

Doy fe.

Miau-Guau.


lunes, 5 de octubre de 2020

Sexta parte: UNA MONTAÑA EN ALTA MAR


 Sexta parte: UNA MONTAÑA EN ALTA MAR.

COMUNICADO DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.

MÉXICO.

5 DE OCTUBRE DEL 2020.

Al Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno:
A la Sexta Nacional e Internacional:
A las Redes de Resistencia y Rebeldía:
A las personas honestas que resisten en todos los rincones del planeta:

Hermanas, hermanos, hermanoas:
Compañeras, compañeros y compañeroas:

  Los pueblos originarios de raíz maya y zapatistas les saludamos y les decimos lo que llegó en nuestro pensamiento común, de acuerdo a lo que miramos, escuchamos y sentimos.

Primero.- Miramos y escuchamos un mundo enfermo en su vida social, fragmentado en millones de personas ajenas entre sí, empeñadas en su supervivencia individual, pero unidas bajo la opresión de un sistema dispuesto a todo para saciar su sed de ganancias, aún y cuando es claro que su camino va en contra de la existencia del planeta Tierra.

  La aberración del sistema y su estúpida defensa del “progreso” y la “modernidad” se estrella contra una realidad criminal: los feminicidios.  El asesinato de mujeres no tiene color ni nacionalidad, es mundial.  Si es absurdo e irrazonable que alguien sea perseguido, desaparecido, asesinado por su color de piel, su raza, su cultura, sus creencias; no se puede creer que el hecho de ser mujer equivalga a una sentencia de marginación y muerte.

  En una escalada previsible (acoso, violencia física, mutilación y asesinato), con el aval de una impunidad estructural (“ella se lo merecía”, “tenía tatuajes”, “¿qué andaba haciendo en ese sitio a esa hora?”, “con esa ropa, era de esperar”), los asesinatos de mujeres no tienen ninguna lógica criminal que no sea la del sistema.  De diferentes estratos sociales, distintas razas, edades que van desde la niñez temprana hasta la vejez y en geografías distantes entre sí, el género es la única constante.  Y el sistema es incapaz de explicar por qué esto va de la mano de su “desarrollo” y “progreso”.  En la indignante estadística de las muertes, mientras más “desarrollada” está una sociedad, mayor es el número de víctimas en esta auténtica guerra de género.

  Y la “civilización” parece decirnos a los pueblos originarios: “la prueba de tu subdesarrollo está en tu baja tasa de feminicidios.  Tengan sus megaproyectos, sus trenes, sus termoeléctricas, sus minas, sus presas, sus centros comerciales, sus tiendas de electrodomésticos –con canal de televisión incluido-, y aprendan a consumir.  Sean como nosotros.  Para saldar la deuda de esta ayuda progresista, no bastan sus tierras, sus aguas, sus culturas, sus dignidades.  Deben completar con la vida de las mujeres”.

Segundo.- Miramos y escuchamos a la naturaleza herida de muerte, y que, en su agonía, advierte a la humanidad que lo peor está todavía por venir.  Cada catástrofe “natural” anuncia la siguiente y olvida, convenientemente, que es la acción de un sistema humano la que la provoca.

  La muerte y la destrucción no son ya algo lejano, que se limite a fronteras, respete aduanas y convenios internacionales.  La destrucción en cualquier rincón del mundo, repercute en todo el planeta.

Tercero.- Miramos y escuchamos a los poderosos replegándose y escondiéndose en los llamados Estados Nacionales y sus muros.  Y, en ese imposible salto hacia atrás, reviven nacionalismos fascistas, chauvinismos ridículos y un palabrerío ensordecedor.  En esto advertimos las guerras por llegar, las que se alimentan de historias falsas, huecas, mentirosas y que traducen nacionalidades y razas en supremacías que se impondrán por la vía de la muerte y la destrucción.  En los distintos países se vive la disputa entre capataces y quienes aspiran a sucederles, escondiendo que el patrón, el amo, el mandón, es el mismo y no tiene más nacionalidad que la del dinero.  Mientras tanto, los organismos internacionales languidecen y se convierten en meros nombres, como piezas de museo… o ni eso.

  En la oscuridad y confusión que preceden a esas guerras, escuchamos y miramos el ataque, cerco y persecución de cualquier atisbo de creatividad, inteligencia y racionalidad.  Frente al pensamiento crítico, los poderosos demandan, exigen e imponen sus fanatismos.  La muerte que plantan, cultivan y cosechan no es sólo la física; también incluye la extinción de la universalidad propia de la humanidad -la inteligencia-, sus avances y logros.  Renacen o son creadas nuevas corrientes esotéricas, laicas y no, disfrazadas de modas intelectuales o pseudo ciencias; y las artes y las ciencias pretenden ser subyugadas a militancias políticas.

Cuarto.- La Pandemia del COVID 19 no sólo mostró las vulnerabilidades del ser humano, también la codicia y estupidez de los distintos gobiernos nacionales y sus supuestas oposiciones.  Medidas del más elemental sentido común fueron despreciadas, apostando siempre a que la Pandemia sería de corta duración.  Cuando el paso de la enfermedad se fue haciendo cada vez más dilatado, empezaron los números a sustituir tragedias.  La muerte se convirtió así en una cifra que se pierde a diario entre escándalos y declaraciones.  Un comparativo tétrico entre nacionalismos ridículos.  El porcentaje de bateo y de carreras limpias que determina qué equipo, o Nación, es mejor o peor.

  Como se detalla en uno de los textos previos, en el zapatismo optamos por la prevención y la aplicación de medidas sanitarias que, en su momento, fueron consultadas con científic@s que nos orientaron y ofrecieron, sin titubear, su ayuda.  Los pueblos zapatistas les estamos agradecidos y así quisimos demostrarlo.  Después de 6 meses de la implantación de esas medidas (cubre bocas o su equivalente, distancia entre personas, cierre de contactos personales directos con zonas urbanas, cuarentena de 15 días para quien pudo haber estado en contacto con contagiados, lavado frecuente con agua y jabón), lamentamos el fallecimiento de 3 compañeros que presentaron dos o más síntomas asociados al Covid 19 y que tuvieron contacto directo con contagiados.

  Otros 8 compañeros y una compañera, quienes murieron en ese período, presentaron uno de los síntomas.  Como carecemos de la posibilidad de pruebas, asumimos que el total de los 12 compañer@s murieron por el llamado Corona virus (científicos nos recomendaron asumir que cualquier dificultad respiratoria sería Covid 19).  Estas 12 ausencias son responsabilidad nuestra.  No son culpa de la 4T o de la oposición, de neoliberales o neoconservadores, de chairos o fifís, de conspiraciones o complots.  Pensamos que debimos haber extremado más todavía las precauciones.

  Actualmente, con la falta de esos 12 compañer@s a cuestas, mejoramos en todas las comunidades las medidas de prevención, ahora con el apoyo de Organizaciones No Gubernamentales y de científicos que, a título individual o como colectivo, nos orientan en el modo de afrontar con más fortaleza un posible rebrote.  Decenas de miles de cubre bocas (diseñados especialmente para evitar que un probable portador contagie a otras personas, de bajo costo, reusables y adaptados a las circunstancias) se han distribuido en todas las comunidades.  Otras decenas de miles más están siendo producidos en los talleres de bordado y costura de insurgent@s y en los poblados.  El uso masivo de cubre bocas, las cuarentenas de dos semanas para quienes pudieran estar infectados, la distancia y el lavado continuo de manos y rostro con agua y jabón, y evitar en lo posible salir a las ciudades, son medidas recomendadas incluso a herman@s partidistas, para contener la expansión de contagios y permitir el mantenimiento de la vida comunitaria.

  El detalle de lo que fue y es nuestra estrategia podrá ser consultado en su momento.  Por ahora decimos, con la vida latiendo en nuestros cuerpos, que, según nuestra valoración (en la que probablemente podemos estar equivocados), el enfrentar la amenaza como comunidad, no como un asunto individual, y dirigir nuestro esfuerzo principal a la prevención, nos permite decir, como pueblos zapatistas: aquí estamos, resistimos, vivimos, luchamos.

  Y ahora, en todo el mundo, el gran capital pretende que se vuelva a las calles para que las personas reasuman su condición de consumidores.  Porque son los problemas del Mercado los que le preocupan: el letargo en el consumo de mercancías.

  Hay que retomar las calles, sí, pero para luchar.  Porque, como hemos dicho antes, la vida, la lucha por la vida, no es un asunto individual, sino colectivo.  Ahora se está viendo que tampoco es asunto de nacionalidades, es mundial.

-*-

  Muchas cosas de éstas miramos y escuchamos.  Y mucho las pensamos.  Pero no sólo…

Quinto.- También escuchamos y miramos las resistencias y rebeldías que, no por silenciadas u olvidadas, dejan de ser claves, pistas de una humanidad que se niega a seguir al sistema en su apresurado paso al colapso: el tren mortal del progreso que avanza, soberbio e impecable, hacia el acantilado.  Mientras el maquinista olvida que es sólo un empleado más y cree, ingenuo, que él decide el camino, cuando no hace sino seguir la prisión de los rieles hacia el abismo.

  Resistencias y rebeldías que, sin olvidar el llanto por las ausencias, se empeñan en luchar por -quien lo diría-, lo más subversivo que hay en esos mundos divididos entre neoliberales y neoconservadores-: la vida.

  Rebeldías y resistencias que entienden, cada quien con su modo, su tiempo y su geografía, que las soluciones no están en la fe en los gobiernos nacionales, que no se gestan protegidas por fronteras ni visten banderas y lenguas distintas.

  Resistencias y rebeldías que nos enseñan a nosotros, nosotras, nosotroas, zapatistas, que las soluciones pudieran estar abajo, en los sótanos y rincones del mundo.  No en los palacios gubernamentales.  No en las oficinas de las grandes corporaciones.

  Rebeldías y resistencias que nos muestran que, si los de arriba rompen los puentes y cierran las fronteras, queda navegar ríos y mares para encontrarnos.  Que la cura, si es que la hay, es mundial, y tiene el color de la tierra, del trabajo que vive y muere en calles y barrios, en mares y cielos, en los montes y en sus entrañas.  Que, como el maíz originario, muchos son sus colores, sus tonalidades y sonidos.

-*-

  Todo esto, y más, miramos y escuchamos.  Y nos miramos y nos escuchamos como lo que somos: un número que no cuenta.  Porque la vida no importa, no vende, no es noticia, no entra en las estadísticas, no compite en las encuestas, no tiene valoración en las redes sociales, no provoca, no representa capital político, bandera partidaria, escándalo de moda.  ¿A quién le importa que un pequeño, pequeñísimo, grupo de originarios, de indígenas, viva, es decir, luche?

  Porque resulta que vivimos.  Que a pesar de paramilitares, pandemias, megaproyectos, mentiras, calumnias y olvidos, vivimos.  Es decir, luchamos.

  Y en esto pensamos: en que seguimos luchando.  Es decir, seguimos viviendo.  Y pensamos que durante todos estos años, hemos recibido el abrazo hermano de personas de nuestro país y del mundo.  Y pensamos que, si acá la vida resiste y, no sin dificultades, florece, es gracias a esas personas que desafiaron distancias, trámites, fronteras y diferencias culturales y de lengua.  Gracias a ellas, ellos, elloas – pero sobre todo ellas-, que retaron y derrotaron calendarios y geografías.

 En las montañas del sureste mexicano, todos los mundos del mundo encontraron, y encuentran, oído en nuestros corazones.  Su palabra y acción fue alimento para la resistencia y la rebeldía, que no son sino continuación de las de nuestros antecesores.

  Personas con las ciencias y las artes como camino, encontraron el modo para abrazarnos y alentarnos, aunque fuera a la distancia.  Periodistas, fifís y no, que reportearon la miseria y la muerte antes, la dignidad y la vida siempre.  Personas de todas las profesiones y oficios que, mucho para nosotros, tal vez poco para ell@s, estuvieron, están.

  Y de todo esto pensamos en nuestro corazón colectivo, y llegó en nuestro pensamiento que ya es el tiempo ya de que nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, correspondamos al oído, la palabra y la presencia de esos mundos.  Los cercanos y los lejanos en geografía.

Sexto.- Y esto hemos decidido:

  Que es tiempo de nuevo para que bailen los corazones, y que no sean ni su música ni sus pasos, los del lamento y la resignación.

  Que diversas delegaciones zapatistas, hombres, mujeres y otroas del color de nuestra tierra, saldremos a recorrer el mundo, caminaremos o navegaremos hasta suelos, mares y cielos remotos, buscando no la diferencia, no la superioridad, no la afrenta, mucho menos el perdón y la lástima.

  Iremos a encontrar lo que nos hace iguales.

  No sólo la humanidad que anima nuestras pieles diferentes, nuestros distintos modos, nuestras lenguas y colores diversos.  También, y sobre todo, el sueño común que, como especie, compartimos desde que, en la África que pareciera lejana, echamos a andar del regazo de la primera mujer: la búsqueda de la libertad que animó ese primer paso… y que sigue andando.

  Que el primer destino de este viaje planetario será el continente europeo.

  Que navegaremos hacia las tierras europeas.  Que saldremos y que zarparemos, desde tierras mexicanas, en el mes de abril del año del 2021.

  Que, después de recorrer varios rincones de la Europa de abajo y a la izquierda, llegaremos a Madrid, la capital española, el 13 de agosto del 2021 -500 años después de la supuesta conquista de lo que hoy es México-.  Y que, inmediatamente después, seguiremos el camino.

  Que hablaremos al pueblo español.  No para amenazar, reprochar, insultar o exigir.  No para demandarle que nos pida perdón.  No para servirles ni para servirnos.

  Iremos a decirle al pueblo de España dos cosas sencillas:

  Uno: Que no nos conquistaron.  Que seguimos en resistencia y rebeldía.

  Dos: Que no tienen por qué pedir que les perdonemos nada.  Ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales y en curso: el asesinato de luchadores sociales, como el hermano Samir Flores Soberanes; los genocidios escondidos detrás de megaproyectos, concebidos y realizados para contento del poderoso -el mismo que flagela todos los rincones del planeta-; el aliento monetario y de impunidad para los paramilitares; la compra de conciencias y dignidades con 30 monedas.

  Nosotros, nosotras, nosotroas, zapatistas NO queremos volver a ese pasado, ni solos, ni mucho menos de la mano de quien quiere sembrar el rencor racial y pretende alimentar su nacionalismo trasnochado con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes, y que nos quiere convencer de que, con la caída de ese imperio, los pueblos originarios de estas tierras fuimos derrotados.

  Ni el Estado Español ni la Iglesia Católica tienen que pedirnos perdón de nada.  No nos haremos eco de los farsantes que se montan sobre nuestra sangre y así esconden que tienen las manos manchadas de ella.

  ¿De qué nos va a pedir perdón la España?  ¿De haber parido a Cervantes? ¿A José Espronceda? ¿A León Felipe? ¿A Federico García Lorca? ¿A Manuel Vázquez Montalbán?  ¿A Miguel Hernández?  ¿A Pedro Salinas? ¿A Antonio Machado?  ¿A Lope de Vega? ¿A Bécquer?  ¿A Almudena Grandes?  ¿A Panchito Varona, Ana Belén, Sabina, Serrat, Ibáñez, Llach, Amparanoia, Miguel Ríos, Paco de Lucía, Víctor Manuel, Aute siempre? ¿A Buñuel, Almodóvar y Agrado, Saura, Fernán Gómez, Fernando León, Bardem? ¿A Dalí, Miró, Goya, Picasso, el Greco y Velázquez? ¿A algo de lo mejor del pensamiento crítico mundial, con el sello de la “A” libertaria? ¿A la república? ¿Al exilio? ¿Al hermano maya Gonzalo Guerrero?

  ¿De qué nos va a pedir perdón la Iglesia Católica?  ¿Del paso de Bartolomé de las Casas?  ¿De Don Samuel Ruiz García?  ¿De Arturo Lona?  ¿De Sergio Méndez Arceo? ¿De la hermana Chapis?  ¿De los pasos de los sacerdotes, hermanas religiosas y seglares que han caminado al lado de los originarios sin dirigirlos ni suplantarlos?  ¿De quienes arriesgan su libertad y vida por defender los derechos humanos?

-*-

  El año del 2021 se cumplirán 20 años de la Marcha del Color de la Tierra, la que realizamos, junto con los pueblos hermanos del Congreso Nacional Indígena, para reclamar un lugar en esta Nación que ahora se desmorona.

  20 años después navegaremos y caminaremos para decirle al planeta que, en el mundo que sentimos en nuestro corazón colectivo, hay lugar para todas, todos, todoas.  Simple y sencillamente porque ese mundo sólo es posible si todas, todos, todoas, luchamos por levantarlo.

  Las delegaciones zapatistas estarán conformadas mayoritariamente por mujeres.  No sólo porque ellas pretenden así devolver el abrazo que recibieron en los encuentros internacionales anteriores.  También, y sobre todo, para que los varones zapatistas dejemos claro que somos lo que somos, y no somos lo que no somos, gracias a ellas, por ellas y con ellas.

  Invitamos a que el CNI-CIG forme una delegación para que nos acompañe y sea, así, más rica nuestra palabra para lo otro que lejos lucha.  Especialmente invitamos a una delegación de los pueblos que levantan el nombre, la imagen y la sangre del hermano Samir Flores Soberanes, para que su dolor, su rabia, su lucha y resistencia llegue más lejos.

  Invitamos a quienes tienen como vocación, empeño y horizonte, las artes y las ciencias a que acompañen, a la distancia, nuestros navegares y pasos.  Y que así nos ayuden a difundir que en ellas, ciencias y artes, está la posibilidad no sólo de la supervivencia de la humanidad, también de un mundo nuevo.

En resumen: salimos a Europa en el mes de abril del año del 2021.  ¿La fecha y la hora?  No la sabemos… todavía.

-*-

Compañeras, compañeros, compañeroas:
Hermanas, hermanos y hermanoas:

  Éste es nuestro empeño:

  Frente a los poderosos trenes, nuestras canoas.

  Frente a las termoeléctricas, las lucecitas que las zapatistas dimos en custodia a mujeres que luchan en todo el mundo.

  Frente a muros y fronteras, nuestro navegar colectivo.

  Frente al gran capital, una milpa en común.

 Frente la destrucción del planeta, una montaña navegando de madrugada.

  Somos zapatistas, portador@s del virus de la resistencia y la rebeldía.  Como tales, iremos a los 5 continentes.

Es todo… por ahora.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.
A nombre de las mujeres, hombres y otroas zapatistas.

 

Subcomandante Insurgente Moisés.
México, octubre del 2020.

 

P.D.- Sí, es la sexta parte y, como el viaje, seguirá en sentido inverso.  Es decir, le seguirá la quinta parte, luego la cuarta, después la tercera, continuará en la segunda y terminará con la primera.